La reciente aceleración en el tipo de cambio, con una suba superior al 10% desde fines de junio, encendió alertas entre inversores y analistas. Sin embargo, desde el Ministerio de Economía aseguran que la situación está bajo control. La estrategia oficial continúa centrada en el ancla monetaria: mantener la emisión contenida, sostener tasas reales positivas y acumular reservas.
El dólar oficial inició la semana con un salto de 20 pesos, ubicándose en $1.280 para el público y $1.264 en el segmento mayorista. A pesar de la magnitud del movimiento, en el Palacio de Hacienda relativizan el impacto, argumentando que la cotización aún se encuentra por debajo de los niveles que mostraba el dólar libre un año atrás. La principal preocupación es la velocidad del ajuste y su eventual traslado a los precios.
La liquidación anticipada de divisas por parte del sector agroexportador —motivada por menores retenciones vigentes hasta el 21 de julio— sostuvo la oferta, pero en el mercado se anticipa una merma hacia fin de mes. En paralelo, crece la cobertura en dólares ante la expectativa de menor ingreso de divisas y el contexto preelectoral. Las elecciones en la provincia de Buenos Aires, previstas para septiembre, actúan como factor de presión adicional.
El Banco Central informó compras sostenidas de dólares por parte del público, con USD 2.000 millones acumulados en mayo. Esta dinámica podría acentuarse si el tipo de cambio mantiene su sendero alcista. A esto se suman las recientes declaraciones de JP Morgan, que decidió desarmar posiciones en pesos para refugiarse en moneda extranjera, generando un efecto arrastre en otras carteras institucionales.
Desde las Alycs, como IEB, recomiendan analizar oportunidades de carry trade, especialmente si el valor del dólar se ubica por encima de sus estimaciones teóricas. “A estos niveles, ya es atractivo volver a pesos para capturar rendimientos en instrumentos que ofrecen retornos por encima del 2,5% mensual”, señalan en sus informes.
A su vez, el Tesoro continúa interviniendo mediante compras directas de divisas. El pasado 3 de julio habría adquirido USD 200 millones, de acuerdo con el comportamiento de reservas y la absorción de pesos informada por el BCRA.
En el equipo económico confían en que la política fiscal y monetaria vigente alcanzará para contener la tensión cambiaria. Aseguran que el superávit primario, el freno al gasto y el endurecimiento del cepo monetario seguirán siendo ejes clave.
Sin embargo, hay una incógnita sin resolver: si la cotización supera los $1.300, el riesgo de un traslado a precios más acelerado podría desarmar parte de los avances logrados en el frente inflacionario. De cara a los próximos meses, la coordinación entre el Tesoro y el Banco Central será fundamental para evitar que el frente cambiario se convierta en un nuevo foco de inestabilidad.